Danza del Molinero (Manuel de Falla)
Si bien lo andaluz predomina en la obra, Falla recogió muestras del cancionero popular español en general para introducirlas, convenientemente diseminadas, como pequeños guiños a su propia cultura, que fue el gran amor de su vida. Pese a ello, los críticos advierten en este ballet un espíritu más universal y accesible que en El amor brujo , concebido más estrictamente para la sensibilidad ibérica. Acompañado del retumbar de los timbales, la molinera inicia su poderosa danza, que es un enérgico fandango, a ritmo moderado, en la que la madera atempera con sus ensoñaciones el vigor de la percusión y el metal. La danza se interrumpe bruscamente al hacer su entrada un solo de fagot, a través del cual se representa al corregidor. Eugenio de Zúñiga hace su entrada acompañado de una especie de elegante minueto, pasado por el tamiz neoclásico, que nos remite a la época en que transcurre la acción.